La zona de la cita también había cambiado bastante. En la guerra se bombardeó el Palacio Real y la Catedral de la Almudena, dejando tan sólo un montón de ruinas y escombros. El nuevo gobierno pensó edificar en esos terrenos una enorme sala de congresos y un lujoso hotel que albergara a las más exquisitas celebridades extranjeras. Y a todo esto, la Plaza de Oriente seguía siendo una plaza, pero las estatuas y los jardines fueron calcinados en la guerra dejando un paisaje gris y cenizo, que originalidad. Por otra parte, una bomba había caído justo en la fuente con tan mala suerte de no explotar, y la muy cabrona seguía allí clavada, separando en dos la fuente y la figura ecuestre de Felipe IV.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario